UNA RELACIÓN ESPONSAL CON JESUCRISTO
CARISMA
Desde los tiempos apostólicos, vírgenes cristianas fueron llamadas por el Señor para consagrarse a Él enteramente con una libertad mayor de corazón, de cuerpo y de espíritu, tomando la decisión, aprobada por la Iglesia, de vivir en estado de virginidad por el Reino de los Cielos.
El Orden de las Vírgenes (Ordo Virginum) es la más antigua de las formas de consagración femenina. Al surgir la vida monástica, su rito de consagración quedó reservado a ese ámbito. Durante varios siglos, la forma primigenia de consagración personal y pública de carácter secular quedó interrumpido.
REINSTAURACIÓN
Gracias al impulso de renovación eclesial que inspiró al Concilio Vaticano II, comenzó la restauración del rito de consagración del OV, concretamente, en la constitución sobre la sagrada liturgia, del 4 de diciembre de 1963. El rito se promulgó el 31 de mayo de 1970 y entró en vigor el 6 de enero de 1971 (ver ESI, nº 6).
El nuevo Código de Derecho Canónico (1983) reconoce esta forma de vida consagrada en la Iglesia y especifica su naturaleza jurídica en el canon 604. En cada diócesis, el obispo suele aprobar su propio directorio para el Ordo o bien cada Conferencia Episcopal para su propio país.
¿QUÉ ES EL ORDO VIRGINUM?
El Orden de Vírgenes constituye un orden, no una orden, es decir, un grupo eclesial con características propias y bien definidas. Responde en obediencia filial al Obispo Diocesano y a la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades Vida Apostólica.
¿QUIÉN ES LA MÁXIMA AUTORIDAD?
El Obispo Diocesano, que es padre y pastor de la Iglesia particular, es la autoridad que modera a quienes son admitidas a este Orden. A él compete reconocer, respetar y promover el Ordo. Corresponde al Obispo realizar el discernimiento de carismas y decidir la admisión, misión que puede llevarla a cabo personalmente o mediante un delegado o delegada suyo.
CARACTERÍSTICAS DE LA CONSAGRACIÓN
La Iglesia es esposa virginal de Cristo, misterio asumido por cada cristiano en el bautismo y expresado radicalmente por todas las formas de vida consagrada. La virginidad por el Reino de los Cielos es un don que Dios concede a algunos, capacitándoles para el desprendimiento y rupturas más radicales, para adherirse totalmente al Señor mediante una absoluta pertenencia a Él.
La virgen consagrada celebra su unión esponsal mística y perpetua con Cristo con un amor y un corazón indiviso. Es una consagración pública, solemne y perpetua. Su estilo y forma de servicio procura ser coherente con sus talentos y con la situación personal y laboral de cada una.
CONDICIONES DE LA CANDIDATA
- Que no haya celebrado nupcias, ni vivido pública o manifiestamente en estado opuesto a la castidad.
- Tener más de 25 años. Madurez humana: personalidad y afectividad equilibradas.
- Salud espiritual y fortaleza psíquica.
- Aptitud para la castidad.
- Capacitación laboral o profesional que posibiliten su autonomía económica.
- Carisma de virginidad: existencia del don gratuito de Dios.
- Sentido de Iglesia: capacidad de comunión eclesial y obediencia filial al Obispo diocesano.
MISIÓN
La misión de la virgen consagrada está dada en el orden del ser. De la propia vida configurada con los consejos evangélicos de la obediencia, pobreza y castidad, junto a las bienaventuranzas del Reino, la vida consagrada se hace misión.
Su ministerio o servicio es el de la oración litúrgica eclesial mediante el rezo de la Liturgia de las Horas. La meditación de la Sagradas Escrituras y la lectio divina. El compromiso apostólico y la práctica de la caridad. Hacer realidad su designio de recapitular en Cristo todas las cosas. Compromiso laboral y el ejercicio responsable de su profesión. Atención de los más débiles y las obras de misericordia: curar enfermos, enseñar a quienes lo necesitan, proteger a los niños, socorrer a los ancianos, confortar a las viudas y a los afligidos.
ESPIRITUALIDAD 
Su espiritualidad es eclesial, signo trascendente del amor de la Iglesia a Cristo. La virgen consagrada está llamada a testimoniar el misterio de la Iglesia: Virgen por la integridad de su fe, Esposa por su indisoluble unión con Cristo, Madre por la multitud de hijos.
Su espiritualidad es virginal, asumiendo una condición estable de vida, con una incesante vigilancia del corazón, docilidad para asimilar la novedad del evangelio, total adhesión y participación del amor a Cristo y en esperanza activa que anticipa la realidad del Reino. El carisma esponsal se especifica por la entrega radical del corazón a Jesucristo. La virgen consagrada está unida al misterio de la Iglesia y la imita abriéndose a la experiencia de la fecundidad espiritual.
DIFUSIÓN NACIONAL Y MUNDIAL
Desde el 31 de mayo de 1970, en que fue promulgado el nuevo ritual del Ordo Virginum, numerosas mujeres en diversos países del mundo adoptaron este estado de virginidad consagrada. Son en torno a 5.000 en Europa (España, Alemania, Bélgica, República Checa, Dinamarca, Francia, Gran Bretaña, Irlanda, Italia, Polonia y Luxemburgo), América (Argentina, Brasil, Colombia, Canadá, Chile Costa Rica, Méjico, Venezuela y Estados Unidos), África (Gabón y Níger), Asia (Israel, Jordania y El Líbano), y Australia.
ALGO MÁS…
- La virgen consagrada no es laica o seglar en sentido estricto de estos términos, puesto que es consagrada con un sacramental, un título nuevo que expresa la dedicación singular a su esposo Cristo. Es laica sólo en cuanto que no es sacerdote, pero no es laica en cuanto que ha recibido una consagración. Es seglar en el sentido de que no pertenece a ninguno de los institutos religiosos, apostólicos o seculares aprobados por la Iglesia, pero no es seglar en el sentido de perteneciente al mundo, puesto que por su consagración ha sido “separada” del mundo para Dios. Aún cuando deba vivir de su trabajo en el mundo y pueda vivir con su familia o con otras personas, ella ha de vivir las realidades temporales desde su estado singular de consagrada a Dios, de Sponsa Christi.
- La virgen consagrada emite únicamente el santo propósito de la virginidad, una pública declaración de castidad perpetua que, aunque jurídicamente no tiene los efectos del voto, se le aplican todos sus elementos y, según la tradición patrística y los estudios más recientes, abarca en sí todos los consejos evangélicos (entre ellos también los de obediencia y pobreza), que constituyen la esencia de la Sequela Christi.