Veintiocho vírgenes consagradas de diversas diócesis (Madrid, Cuenca, Álava, Albacete, Barcelona, Valladolid, Cádiz, Valencia, Jerez y Toledo) hemos tenido el privilegio de recibir Ejercicios Espirituales ignacianos en la casa de espiritualidad El Buen Pastor de Toledo, del 30 de abril al 4 de mayo.

Dirigidos por el Arzobispo de Toledo, monseñor Francisco Cerro Chaves y con el apoyo del delegado del Ordo Virginum, don Juan Diánez.

Durante estos días, nos hemos sumergido en el camino propuesto por San Ignacio de Loyola en sus cuatro semanas de meditación, que han transcurrido paralelamente a lo que debe vivir una consagrada, culminando en la conclusión: “La contemplación es el camino para alcanzar el amor”.

«HEMOS CONOCIDO EL AMOR»

El arzobispo se ha apoyado en su libro ‘Hemos conocido el amor’, donde realmente tomábamos conciencia del gran amor qu eDios nos tiene. Insistiendo en que somos sus «íntimas» y resaltando la belleza de nuestra vocación.

La claridad doctrinal y la profundidad espiritual recibida nos han permitido descubrir el fundamento bíblico de cada meditación, así como profundizar en los contenidos ignacianos. Todo ello ha sido de gran bien para nosotras, recordándonos el principio y fundamento de nuestra vida como vírgenes consagradas.

El retiro ha sido bálsamo para nuestras almas, un descanso al calor del esposo. Pudimos renovar nuestra entrega, ofreciendo nuestra vida como una ofrenda de amor a los pies del Señor, un «descanso» en el Corazón de Cristo, desde la confianza y el abandono total. Compartimos una vida fraterna, basada en el silencio y la oración, experimentando una profunda comunión, especialmente en la eucaristía y en la oración litúrgica de la Iglesia.

Al concluir estos ejercicios, nos sentimos fortalecidas y renovadas, con un impulso nuevo para vivir la santidad en nuestra vocación. Salimos con el deseo de no conformarnos con la mediocridad, sino de vivir una vida plena; fieles como esposas de Cristo y disfrutando de nuestra vocación con alegría y gratitud; conscientes de que siempre que hagamos lo que toca en cada momento y con amor, estamos haciendo la voluntad de Dios.