El Monasterio Nuestra Señora de Arconada, de Palencia, fue testigo del encuentro fraterno de las hermanas consagradas de la Zona de Castilla, acompañadas por el obispo de Palencia, don Mikel Garciandía, y el padre Carlos López Alejo, delegado del Ordo Virginum en Salamanca.
En un clima de oración, fraternidad y reflexión, compartieron sus experiencias vocacionales y renovaron el compromiso de vivir unidas a Cristo Esposo.
Garciandía les animó a perseverar en la fidelidad a su vocación y en el servicio a la Iglesia. De la mano de San Juan 15, 1-20, les recordó ser sarmientos unidas a la vid y estar viviendo de Cristo, porque esa presencia lleva a estar en el mundo y compartir lo que Él regala.
¿ESTAMOS DISPUESTAS A QUE DIOS «NOS PODE»?
Como recordó el obispo de Palencia, «vivimos una época que nos pide la sencillez de una vida donde se dé la fuerza de la mística, el estar enraizados al Padre y estar dando Frutos en el Espíritu». Porque «la Iglesia no es un residuo del pasado y la vírgenes consagradas tenéis una tarea profética. Un cambio de paradigma de opción y valores, que son necesarios por la obediencia y la santidad».
Sin olvidar «la obediencia como todas las personas bautizadas», que tienen «la capacidad de escuchar a quien es la Palabra (la voz del amado) y ponerla en obra». Además, de «la santidad, que consiste en permanecer en el amor, en vigilar la tarea y en estar con las lámparas encendidas».